Madrugada de domingo primaveral...! al fín!, aunque lo inestable del tiempo nos tiene algo confundidos y nos hace llevar mucho abrigo, pero ya en el trayecto a la Terpel en el auto con Gabriel, se comienza a sentir el calorcito que esta tibia mañana desde la partida nos libraría de chaquetas para quedar en polera manga corta y mucho bloqueador en crema para la cara . Al grupo se une Claudio y detracito llega Pancho con la Mabel.
A la clásica pregunta ¿adonde vamos? mirando a Pancho...él responde con la lucidez de un transnochado subecerros que de tanto festejo hasta se había olvidado poner el despertador...con voz cansada responde:
!vamos al Manquehue! Nos miramos todos como extrañados¿? y sin mediar objeción partimos sin condición al cerro que rodea la zona oriente de Santiago. ¡Al Manquehue por La Dehesa!
Tocando suelo manquehuino de suaves lomajes verdes y floridos, tanto jardín nos entusiasma desde el principio, mucho más todavía cuando al bajarnos del auto nos reciben y saludan en fila y coro el canto de los gallos en contrapunto con dos preciosos pavos reales que plácidos lucen encaramados en los techos de una humilde granja ubicada en las faldas del cerro...toda esta orquestación improvisada nos sorprende con nuevos tonos de gallinas y pollitos, caballos y perros...Qué bienvenida animal más sonora!!!
Nos anunciaron tener cuidado con los ladrones que atacan a los paseantes domingueros, lo que agregó fantasía y humor a la caminata. Por más que quisimos encontrarnos con maleantes, sólo vimos grupos de alegres y amistosos visitantes de shorts, poleras y gorros igual que nosotros.
La subida se hace en dirección a la torre, buscando senderos nuevos y observando de tanto en tanto el lindo paisaje que desde esta perspectiva la cordillera, que se vé más lejana que lo habitual, no pierde hermosura ni altura. Imposible perder el norte en ningún momento gracias a las reiteradas preguntas de Claudio, que con brújula en mano, nos pone a prueba, lo que no resulta tan díficil para la mayoría de los ubicados subecerros. Más arriba nos enteramos de algunas otras curiosidades y herramientas que completan la carga de este hombre precavido.
Los recuerdos de experiencias montando a caballo de algunos fueron el tema de nuestra parada en la torre, algunas de ellas no muy afortunadas caídas que pudieron ser tragedia y otras que sonaron hasta simpáticas y divertidas, porque el tiempo se encarga de hacernos olvidar los machucones y dolores que estos apreciados animales que a patadas aveces, responden a sus cariñosos jinetes.
Pero no todo fué conversar, ya que la segunda patita a la cumbre se hizo cuesta arriba y sin aliento y la lengua afuera la escalada final hasta la cumbre, tal como se vé desde la ciudad, y como la veo diariamente desde mi ventana., totalmente aplanada. Nos sentamos un momento a descansar, cuando a los pocos minutos comenzó a caer uno y otro caminante de todas las estaturas: grandes, medianos, pequeños y hasta muy pequeños también. En minutos la aplanada cumbre parecía un hormiguero humano.
Las vistas a la ciudad por delante y por detrás son una novedad pero hay que buscar asiento ya que la multitud se siente y acostumbrados a las silenciosas y solitarias cumbres, la imaginación se desborda al límite de pensar en que nada raro sería llegar a este mismo lugar en poco tiempo más y encontrarse hasta con negocios de bebidas y juegos infantiles en esta concurrida planicie.
Las naranjas de Pancho no llegaron, pero los duraznos al jugo de la Mabel resultaron reconfortantes y mezclados con maní , galletas y chocolate completaron el menú abundante que nos hizo recuperar fuerzas y seguir camino abajo después de amena charla con la Consuelo que nuevamente llama para saludarnos.
Dejamos atrás el bullicio de la ciudad, ruido ensordecedor con el que convivimos a diario y bajamos nuevamente por la ruta más campestre que se muestra colorida y radiante de luz. Este cerro tiene su gracia, por sobretodo variedad, porque hay muchos tipo de superficies: lomas suaves, bosquecitos, caminos de piedras, encumbradas rocas, muchos animales, olores por mil, perdices, caballos.
Abajo la despedida a una linda jornada, lugar campestre, conversaciones interesantes, cuerpo cansado pidiendo siesta. Infinita gratitud se siente al tener acceso a esta maravillosa experiencia de venir a buscar vida a terrenos fértiles y luminosos: fuente de energía para la semana entera.
que lindo y entretenido relato, que lata haberme perdido tan lindo paseo, pero habiendome acostado a las 4 de la mañana (un matrimonio) no estaba en condiciones realmente
ResponderBorrarNos vemos, CGF
Rebeca:
ResponderBorrarMe gustó mucho tu relato y lamento haberme perdido este interesante periplo. Me encantaría que lo repitieran otro día.
Estoy seguro que cuento al menos con el apoyo de Carmen Gloria
Cariños,
César