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domingo, 20 de febrero de 2011

Al Pochoco en domingo

Optamos por ir al Pochoco con la Rebeca, siendo esta subida la tercera a este cerro que yo hacía esta semana. Esto nos es frecuente en mi, para nada.

Rebeca recien pasado el socavón
El Pochoco, a mi al menos y en este tiempo, me conecta fuertemente con Ugo Ravera, un amigo ido ya, que si venía en día domingo era altamente probable que me encontrara con él y tuviera el gusto del encuentro y de los chistes que nunca faltaban.

Hoy volví a visitar su placa en su memoria, ubicada en la parte más alta de la cumbre del Pochoco. Recuerdo que me dijeron que habían incrustado junto a la placa uno de sus bastones rojos, que alguien ya desgarró, en ese hábito destructivo tan nuestro a veces.

gruta de Ugo Ravera
Subimos temprano en día despejado, pero que por la hora nunca tuvimos el sol en nuestras cabezas, sino hasta pasados los 2/3 del ascenso; un agrado.

Se nos ocurrió, por lo roto del cerro, virarnos por la ruta antigua de ascenso, lo que nos llevó a esa virgen que el mismo Ugo alguna vez puso ahí. Debo decir que esta ruta está poco concurrida, pero concluimos que era mejor que la habitual hoy, pues nos volvimos también por ella.

fue una hilera de gente que venía subiendo lo que motivó esta foto
Nuestra conversación corría más rápido de a ratos que la velocidad de ascenso, y una cosa que concluimos de este cerro es que no hay privacidad: es tanta la gente que sube, que estás hablando y siempre hay alguien cerca que escucha lo que dices, e incluso puede ocurrir que se tiente a sumarse a la conversación. Yo se que esto a algunos les puede gustar.

esferas en la naturaleza
Hablamos de Karadima, de los tiempos que corren con impactos de la Internet en las revoluciones de Egipto y Tunez, del desarrollo personal, del crecimiento, de la conexión de la materia y las personas, del individualismo que se ve craquelado y los organismos más amplios que empiezan a emerger; hablamos de muchas cosas y quedé con el compromiso interno de no dejar pasar la oportunidad de decir que me pasa a mi con lo de Karadima en mi blog.

la Rebeca se repone de un calambre
A la bajada la Rebeca se dio dos costalazos que aparte de herida, la dejaron enojada con este cerro y con el imperativo de juntar los pesos para renovar esos zapatos ya arcaicos.

Una agradable y veloz subida al clásico y algo destruido Pochoco.

2 comentarios:

  1. Anónimo8:41 a.m.

    Escribe Francisco:

    Efectivamente en la placa de Ugo Ravera habia un tipico mango del baston Pochoquero. Entiendo que la placa y el baston lo habria puesto entre otros Julio Sarno.

    Julio es un antiguo visitante del Pochoco que tambien construye bastones, una copia fiel de los originales, pero que por respeto a Ugo los pinta de otro color.

    Ojo, el nombre de nuestro recordado Señor del Pochoco se escribe sin H, es decir Ugo.

    Saludos,

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  2. Don Ugo, !gran persona! inolvidable personaje de los cerros. La subida de ayer me dejó averiada...el Pochoco tiene ese defecto para mí...me maltrata...pero bueno, son los riesgos que se corren

    Saludos a todos

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