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lunes, 17 de octubre de 2011

Algo más que dedales de oro...

El domingo amaneció con cielo azul, ni una nube en el cielo, así que decidí vestir la manga corta. Al llegar al punto de encuentro, éramos cinco en el grupo, con un interesante acompañante nuevo, esta vez Hernán Varela nos acompañaría a subir cerros. Partimos en el auto de Lucho Latorre, la Isabel, la Rebeca y yo, además de los mencionados. Nos estacionamos en la entrada de La Varas y comenzamos la caminata sencilla de los ciclistas hacia el bosquecillo de eucaliptus.

Lucho, Paula, Hernán e Isabel
En grata conversa acerca del sur, del contraste con el ritmo de vida en la gran ciudad, fuimos subiendo con nuestro nuevo integrante, que además es propietario en Chiloé. Miles de aventuras puede contar Hernán de sus incursiones chilotas, todas entretenidas y bien únicas. Las chiquillas en un momento también nos apartamos un poco para ponernos al día de nuestras propias copuchas, el momento femenino, que tanto disfrutamos en el cerro.


Isabel y Lucho
El cerro estaba particularmente decorado por los famosos "dedales de oro", que con sus pétalos de intenso naranjo coloreaban el paisaje a manchones. Aparecieron las tallas de los dedales de oro, Lucho Latorre volvió sobre sí mismo y defendió su punto de la vez anterior, pero también aceptó la moción de que somos algo más que dedales de oro en el campo. Ya verán por qué.


Llegamos al bosquecillo de eucaliptus y la vista sobre Santiago era espectacular. Hernán Varela gozaba como niño chico, tratamos de ubicar dónde estaba cada cosa, el estadio, la universidad, el monasterio, el mall, etc. Efectivamente era el lugar perfecto para que un arquitecto sensible como Hernán gozara del momento que estaba viviendo. Sacamos naranjitas, agua, y las ya clásicas galletas de champaña de Lucho en ese momento. Era temprano, sonaban las campanas del monasterio benedictino a las 10.20 para la Misa de 10.30 hrs.

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Seguimos nuestra incursión en medio de los ciclistas hacia el mirador, una casita de madera media destartalada que hay construida en altura al otro lado de los eucaliptus. Más meditación, más admiración de la ciudad, Hernán de nuevo como niño chico arriba de la casita bajo el fuerte sol de la mañana.

Isabel, Rebeca y la Paula
Pensando que ya volveríamos, las mujeres tomamos el mando y sugerimos volver por la canaleta. Yo la había recorrido en alguna oportunidad en invierno con nieve y había sido precioso. Ahora con calor, pensamos, debe ser muy rico caminar por el borde del aguita fresca. Con todas sus dificultades, la caminata fue muy fluida, excelente pendiente, el paisaje precioso, los dedales de oro por doquier y la conversa amena e interesante. A esas alturas ya íbamos las mujeres al mando del buque, Lucho y Hernán buscaban salir de ahí e inventaban que la bajada  tenía que ser por alguna parte, que a dónde íbamos a llegar, etc. Pacientemente seguimos y seguimos caminando y dp. de una hora y media, tipo 12 del día llegamos al final de la canaleta, donde hay un puentecito y comenzamos a bajar.

Buena conversa, con gusto a despedida por mi parte, precioso día, excelente grupo, una vez más los Subecerros comenzamos el domingo de la mejor forma posible.

1 comentario:

  1. Rebeca Dominguez12:55 p.m.

    Buena Paula...entretenido el posteo reflejo de una caminata super conversada, muy disfrutada por el entusiasmo permanente de Hernán. Además emprendimos una ruta larga y tuvimos la perseverancia de mantener el liderazgo hasta el final.

    Cariños estimada, y que tengas un buen viaje. Nos mantendremos en contacto para ir agregando a futuros posteos las novedades de Mallín Colorado.

    Cariños

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