
Una apetitosa subida hicimos este domingo
Pancho, la
Consuelo,
Miguel,
Gabriel,
Andrés, la
Rebeca,
Ana María,
Claudio y
Cristián (padre de Ana María). Fuimos a las Ñipas por un sendero bastante "amistoso" que descubrimos hace pocos domingos atrás. Subimos como p

ara ir al Alto del
naranjo, llegando a la puerta de
palos se dobla hacia la super carretera de la izquierda un buen rato de bajada, se cruza el
rio y se sigue por el otro lado hasta el
sendero que lleva arriba. Hasta ahí todo bien,sin novedad, buen ritmo del novicio Cristián que de tanto en tanto esperábamos.
Desde un principio la motivación era el aperitivo que cada uno traía y el objetivo: "llegar a la explanada donde ibamos a sentarnos a comer y tomar las varias botellas que traíamos en las espaldas, aunque algunos, que no voy a mencionar, las traían puestas desde la noche anterior".
El
día estaba ideal para caminar, un poco
nublado y
suelo mojado gracias a las últimas abundantes
lluvias que nos deja agosto que mantiene
verde y húmedos los cerros. Tímidamente se asoman algunos colores de plantas y
flores que anuncian un septiembre primaveral "in creccendo".

En un momento nuestro lider
Gabriel pierde la huella y hacemos la subida rápida y en un
dos por
trés llegamos a la meta. Una gran roca fué nuestra mesa - comedor, ansiosamente sacamos de las
mochilas todo tipo de exquisiteces e implementos varios para ejecutar la "
comilona gran".El
aperitivo comenzó con un
mango sour combinado con las tostadas con
queso de la
Consuelo, luego aparecen bolsas con
nueces y
almendras. De las mochilas siguen saliendo maravillas como los
arenques y el frasco de
tinta negra (no recuerdo el nombre), delicateses que
Pancho traía de sus exploraciones al Jumbo.
Andrés venía super preparado y traía hasta servilletas. La
Ana María nos convida
winesour una verdadera novedad para muchos y
Claudio nos sorprende con una grabación humorística de un obrero albañil español que nos mantuvo unos minutos atentos escuchando muertos de la risa.
Nuestro nuevo amigo
Cristián mientras tanto,había quedado rezagado pero por orgullo y persistencia se sumaba al grupo, calladito recupera el aliento.
Lo que también nos hizo reír mucho fueron los dientes y labios de
Pancho y
Gabriel que por comer galletas con la deliciosa pasta negra quedaron tinturizados que llegaban a dar susto.

Aparecieron sin esperar los
quesos de todos los tipos y colores, era tanta la abundancia que las tan preciadas
naranjas de otras subidas a los cerros, esta vez más parecian adornos ya que pasaron sin pena ni gloria al olvido total de los comensales.
No faltaron los
brindis y las
fotos de
Gabriel para registrar esta memorable ocasión y celebrar la buena ocurrencia de
Miguel de proponer esta verdadera acción culinaria colectiva en

el cerro.
Luego la bajada fué rápida y sin parar llegamos a los
autos. Más alegres y dicharacheros que de costumbre nos despedimos hasta la próxima subida con nuevas conversaciones para este verdadero
"microclima humano" que se produce en los cerros.