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martes, 23 de septiembre de 2008




Los saludo amigas y amigos "subecerros", comparto con ustedes íntimas líneas que dirigí a mi cordada con la que fuimos a intentar el Volcán Acamarachi, fue algo realmente emocionante para mí y sé que ustedes, amantes de las montañas, entenderán en toda su dimensión y espero sabrán excusarme por invadir el espacio Subecerro. Tal como señalo en el texto, alcanzé esta vez solamente hasta donde ahora me es posible alcanzar, después retorné en paz.
Un abrazo
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De retorno en Santiago, me surge escribirles y declararles varias cosas importantes para mí, como por ejemplo, agradecerles el espacio de camaradería, fraternidad y amistad que viví junto a ustedes en nuestra expedición, también por el clima de fresca liviandad que nos permitió desconectarnos de la pesada gravidez cotidiana y del peso de la ocupación por el futuro, en forma muy importante también nos posibilitó poder mirar los procesos personales que cada uno de nosotros vive, examinándolos a partir de la belleza metafórica que nos proporcionan las amadas montañas.

Teníamos un objetivo común, cuál era lograr la cumbre del Acamarachi, como siempre también, habían objetivos personales, más o menos declarados, el mío, - como he compartido -, era asumir un personal proceso de despedida de los grandes cerros, hacerlo con un grupo de amigos como ustedes, mitiga grandemente el dolor por tener que hacerlo anticipadamente, permite también ir cerrando este ciclo de vida en las montañas, honrando todo aquello por lo cuál esta actividad se transformó en pasión y forma de ver el mundo.



Declaro mi agradecimiento a Juan Carlos, por permitirme estar a su disposición y servicio en su intento honesto; en ese proceso he aprendido como nunca el valor inmenso que puede tener renunciar al deseo personal, Juan Carlos, testigo respetuoso de mi emocionada conversación personal con el cerro. Agradecer a Gastón - una vez más - compañero de tantas aventuras montañeras, a quién espero la vida, le regale finalmente, en la misma proporción de sus dones y talentos. Agradecer a Pablo que se integra a nuestra cordada cuando inicio despedida, siento que llega a dar mágica continuidad y a llenar un vacío, lo hace como las grandes personas, con nobleza, tan gentilmente como para dedicarnos a otros, unas líneas en su testimonio de cumbre. No olvido a Pepe, que estuvo con nosotros y conmigo siempre, tampoco a Pancho quien nos regaló nuevamente su amistad en forma de asistencia que es protección.

Alcancé esta vez, solo hasta donde ahora a mi cuerpo le es posible alcanzar, lo hice con aceptación y tranquilidad. Estoy en paz.

Fraternalmente

Jorge


1 comentario:

  1. Jorge:

    Gracias por "invadir" este espacio, es emocionante tu relato transparente e íntimo.

    Para mí es como un gran trago a lo profundo...ese sentimiento religiosamente fraterno que se produce en los cerros.

    Tus palabras me envuelven y me llenan de tu paz...

    Gracias por compartirlo

    Esperamos verte "en vivo" muy pronto.

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