Estimado Slipczuk, te escribe Milla (los montañeros nos tratamos por el apellido), he leído tus posteos acerca de tu experiencia primera en los cerros. Previo a todo quiero decirte que los Subecerro fueron especialmente considerados y deferentes contigo, como norma a los "primerizos", se les invita y luego se les abandona a su suerte en el cerro. Se hace esto para que experimenten a concho todos sus miedos, rabias y fragilidad. Todo con mucho cariño y amor por supuesto, también con algo de respeto, pero algo, no mucho, es necesario para "el proceso". Dile a Bunster que te comparta la nómina con los nombres de tres mil quinientas veintitrés personas que no pudieron con “el proceso”.
Estamos los montañeros, moldeados por esos mismos cerros que amamos, toscos, abrutados, primitivos, irregulares, caprichosos, a veces chatos, a veces filosos como navaja. De esa misma forma primitiva, hemos ido desarrollando nuestras propias formas de "trabajarnos" para descubrir poderes internos y otras cosas que no sirven para nada.
La idea básica que hay tras ese "abandonamiento" es permitir al novato una experiencia interna poderosa, transformadora, que pueda sentir como su ego cae rodando ladera abajo para después hacerse bolsa en las rocas. Sucedido esto que es casi místico, - en oriente han desarrollado otros métodos bastante más complejos -, el invitado pasa a un estadio de guiñapo humano, necesario también para experimentar la siguiente fase del proceso: sentir que si éramos algo allá abajo, acá arriba no somos nada de nada.
No somos nada de nada, o, lo que es lo mismo, menos que las vacas, como suele decir un muy buen amigo cuando ve a estos bovinos pastando tranquilos a cuatro mil metros de altura, mientras él echa los bofes, transpirado y cansado. Si las estúpidas vacas pueden, yo también, es otra de sus frases preferidas.
Sigamos describiendo “el proceso”. Si el novato tiene las potencias y los dones, surgirá de forma natural un demonio interno, - un Mr. Hyde -, esto es precisamente lo que se espera, y ojalá que surja rápido, es muy buen indicador. Si lamentablemente no surge, es mejor dejar que el novato decline y siga su camino de desarrollo en la comodidad de la gran ciudad.
Los montañeros amamos a ese Mr. Hyde, invocarlo nos permite acceder a la fuerza necesaria para alcanzar imposibles. Miedo y rabia, en su grado extremo, para superar el frío extremo y la puna inmisericorde. Al final del camino, éxtasis y felicidad desbordando el alma.
"Como cresta llegué a meterme en esto?", es una pregunta que debe surgir en el proceso del novato, si no surge fácil, hay peligro que el proceso se vaya a la misma mierda, y en este caso, los montañeros deben generar condiciones aún más extremas y degradantes. Si surge espontánea, es señal de que se está avanzando en el proceso.
Domínguez, Bunster y Balart, jamás te abandonaron, estaban muy cerca tuyo, más de lo que crees, a veces riendo un poco, - de ti por supuesto -, atentos a como se desarrollaba tu proceso. Estábas en buenas manos, se trata de maestros.
Jekyll o Hyde, esa es la cuestión. Si anduvo en los cerros solo el primero, te deseo suerte, lo tuyo está en otra parte. Si te encontraste con Hyde, te doy la bienvenida al mundo de los cerros, te auguro montañas mayores.
Que bien lo haces Milla, al describir "el proceso" de los subecerros primerizos. Este texto se transforma en el acto en documento relevante del oficio, actividad, ruta de ascenso espiritual, de los montanistas.
ResponderBorrarA propósito no son 3.523 personas las que no pudieron. Son 3.527.
Touché!
ResponderBorrarLos "subecerros" y Gabriel en particular, tienen conmigo una consideración y una paciencia que espero poder retribuir.
Abrazo
El pelao de Tazmania
!Qué bueno escucharte Milla con tu particular escritura y sabiduria.
ResponderBorrarFantástico el posteo y espero que sea motivador para nuestro nuevo amigo Sergio.
Un abrazo y espero salgas de tu rutina dominguera y nos acompañes un dia de estos.