Han pasado varios días desde el domingo 20 de septiembre, en que figuraba solo en la Terpel, tomándome mi café, que subieron a $ 550 los chicos, pasadas las 8:30 de la mañana. Nadie llegó así me las emprendí solo hacia la ruta tradicional del Alto del Naranjo.
Día soleado, aire fresco, subí con pantalones cortos y polera solamente. Un tipo como de mi edad partió poco antes, al que divisé todo el trayecto, incluso a la vuelta.
Paré en el mirador de las vacas, como escuché que le llamaban, el primer mirador ese, y traté de adivinar donde es que había sido la catástrofe del derrumbe con arrastre de casa incluido. Solo noté que en la bajada en mi auto, los bordes del camino y la casa de la esquina estaban creo que incluso abandonada. No creo que el desastre haya sido ahí mismo, pues entiendo que el puente Ñilhue está en el km 5 y la cosa fue en el 6.
Iba por supuesto en mis divagaciones propias, mirando de cuando en vez la flora y la fauna, que ya empieza a descollar con los aires primaverales.
Me senté a la altura de la canaleta, un poco apartado de la ruta y de repente veo hacia abajo que un cóndor inicia su planeo ascendente. Que deleite seguirlo con la mirada en total atención a sus movimientos, a su maniobra con los vientos, con la ruta de ascenso. Pasó muy cerca mio varias veces y más arriba empalmó con otro cóndor o cóndora, con la que empezaron a dar vueltas en un verdadero jugueteo. Terminé con el cuello resentido de tanto mirar para arriba, disfrutando del juego de esas aves magníficas de nuestros aires.
Sorpresa fue ver al llegar al naranjo, que no es naranjo, del Alto del Naranjo, que había allí un buitre, grandotote, que aguachado recibía alimento de los paseantes. Estuve absorto mucho rato, siguiéndole el tranco a esa ave, que iba y venía, con cierta cautela, pero no mucha a mi parecer, comiendo uno tras otro, las almendras que un tipo le iba tirando una tras otra; muchas. "Va a quedar gordo" le dije; "no se vaya a mal acostumbrar" me respondió él.
Bueno, a la bajada me encuentro con un atlético Gonzalo Reutter que subía, con el que pelamos a su padre que obviamente figuraba en su campo rodeado de nietos a esas horas.
Poco más abajo venía un tipo trotando y le dije "Oye, está prohibido subir trotando, no vez que todos los demás se deprimen"; se rió y siguió sin modificar su ritmo.
Cansado llegué abajo; sospecho que al ir solo le puse más pino, o simplemente mi estado físico, guata mediante, no está de los más a tono.
De ahí me fui donde la Rosalía a retirar las empanadas que la Andrea ya había pedido por teléfono.
Una agradable mañana de naturaleza, ejercicio y aire puro.
Bien Bunster!
ResponderBorrarLamento no haberte acompañado, pero ese fin de semana fui invitado a unos tijerales en Villarica donde debo haber aumentado unos 14 kilos festejando la techada y el 18 en un solo acto. Este domingo iré.
Abrazo
Gabriel:
ResponderBorrarBuen posteo, estuve en Rapel tratando de encontrar un cerrito a esa hora para subir, pero no había ninguno. Eché de menos la caminata y la conversación.
Este domingo, con re hartas ganas voy.
Saludos,
lindo post...de repente no son tan malas las caminatas en solitario. Y veo que el amigo buitre (o es un peuco?) sigue donde mismo. Na´ de leso...no necesita salir a cazar con tanto trekkista que lo alimenta. Nos vemos el domingo si no llueve, saludos Carmen Gloria
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