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lunes, 10 de mayo de 2010

Exquisito día de la madre


Día de la madre. La idea es volver temprano a nuestras casas. Algo de este día me irrita y esta emoción me acompañará todo el día, pues no puedo dejar de verlo como una manipulación de los Falabella, los Ripley, para que compremos más y mantengamos sus negocios boyantes.

Día soleado, aire tibio, exquisito, de mascarlo. Brisa suave. Subimos por una ladera escarpada, donde el viento nos acompaña todo el rato.

Pancho propone una ruta nueva, por la misma entrada de la ruta al Alto del Naranjo, pero desviándonos a la derecha, completamente a la derecha.


Llega Oriana; conexión por Internet. Igual conoce a personas que conocemos; como no, en el pueblo chico en que vivimos? Con-con, Guy, mi prima la Anamaría, son las conexiones.

Vuelve a aparecer el Tito, y aparece con un amigo, Juan Carlos. También está Gonzalo. Y los habituales, Pancho, la Rebeca y la Consuelo; y quien habla, Gabriel.


La ruta será recta hasta la canaleta. De repente Pancho arranca para un lado y el grupo, para otro. Volvemos a juntarnos. Los nuevos, se resienten. Se cansan, se agotan; se quedan atrás.

Los esperamos meditando en un momento. Un deleite; con la brisa tibia pegándonos. El sol está pegando fuerte. La sombra es valorada y buscada. Tomamos mucha agua. Cansancio.

Tengo la sensación de una subida poco conversada; por lo menos de mi lado.


Llegamos al canal, y bajo la misma sombra de algún año nuevo con champaña, tomamos nuestro descanso de cumbre, comemos las naranjas de Pancho, unas galletas y manís de Oriana, y unos chocolates de Juan Carlos.
Algunas se sacan los zapatos y refrescan sus pies en el agua cristalina y fría de la canaleta.

De vuelta caminamos un rato aguas arriba por la canaleta y bajamos por una ruta que hacía mucho tiempo yo no hacia.
Debe haber sido el temporal ese, que tantas huellas dejó por estos lados, que tenía la ruta y el surco, completamente cambiados, distorsionado, roto.


Fue una bajada dura, laboriosa; de repente me separé del grupo, pues la ruta era inviable para algunos de los nuevos. Mucho andar por el surco del agua, que se ha profundizado, ahondado, de manera sorprendente en algunas partes.

Llegamos abajo a buena hora, pero con algunos de los nuevos bastante estropeados, cansados; con dudas, de si algunos de ellos volverían.

Para los antiguos, diría que fue una buena aventura, un día de innovación de ruta, un buen ejercicio y descubrir los estragos que hace la naturaleza, en la forma de nuestras rutas habituales.

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