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domingo, 6 de julio de 2008

Por la ruta de los tubos de la central de La Ermita

Recuerdo la conversación que llevaba con Jorge Milla en la subida, en que me contaba sus trabajos basados en su mirada y distinciones de coaching en el Banco Estado. Aprendía y enseñaba del como se mueven las emociones básicas en el cuerpo, en la forma de respirar, en la forma de poner los ojos al mirar, en las contracturas musculares.
Subía absorto de lo sustantivo que era para mi todo su territorio de aprendizaje y acción.

Coaching, una actividad de moda según la revista del sábado de este fin de semana en El Mercurio. Alguien del grupo pide sesiones de coaching; bromeamos un poco; el tema es serio y poderoso al final de cuentas, pues es desarrollo, es aprender del observador que uno es y darse cuenta que uno posible, y hay otras maneras de observar y de ahí surgen otras acciones como posibles.
Un bello oficio sin duda.

Muchas veces subimos el cerro absortos en conversaciones significativas. El paisaje es música de fondo.
De repente un cóndor pasa a pocos metros de distancia de nosotros y nos saca de lo que estemos y nos deja un rato absortos en su vuelo majestuoso. Hoy nos pasó al ir bajando; hay una foto de testigo.

De repente alcanzamos subiendo a dos cachorros de policiales alemanes, que aullando no nos soltarán casi todo el trayecto de subida y bajada. Mas adelante iban sus padres.
De repente y en una carrera abrupta e inexplicable los dos padres corren hacia Tomás, el coquer de Francisco Toyos, y alcanzan a darle un tremendo susto y capaz que alguna herida interna, pues le dieron su par de mordiscos en el lomo. Tensión, adrenalina, golpes de bastones, enojo, todo en un instante.

Mas tarde nos cruzamos con una mujer de cierta edad, que subía con dos perros negros bravos y lo predije en voz alta: aquí habrá mocha. No pasaron ni 30 segundos y los dos policiales e fueron encima de estos dos perros y se armó la que te dije. La señora agarró conmigo, pensando que los perros eran míos y luego se encontronó con Pancho.

Bueno, hoy subimos 7: Pancho, Francisco Toyos con su perro Tomás, Jorge Milla, la María Elena, la Rebeca y la Consuelo; ah y yo.

Nos fuimos por la cima que queda arriba de los ductos de la central hidroeléctrica abandonada de la Disputada de Las Condes, hacia la izquierda, hacia Farellones.

A nuestra derecha se oia la música del Woodstock chilensis, que nuevamente festejaba la música en la zona de la media luna allá a la orilla del río que baja desde detrás del Provincia.

Hizo frío, no me saqué nunca el polar. Pancho de repente me sorprendía en manga corta, contándonos de su termostato azaroso.

Arriba tuvimos una clase de primeros auxilios iniciada por María Elena y continuada por Jorge Milla; la contusa fue la Rebeca.

Ah, me fui y volví manejando el auto de Pancho, lo que fue razón de bromas y relexiones de lo que se siente manejar un Mercedes en el ego. Muy rico en todo caso.

2 comentarios:

  1. Gabriel:

    En algún momento en el camino te pregunté por el nombre del aprendiz de un coaching y me dijiste "coachee".

    Bien, pienso que caminar coacheeando por los cerros es una excelente forma de "coacheear". Una idea que puedes compartir con Jorge Millas.

    Yo lo digo desde mi mirada de aprendiz, que durante este 2008 siento que estoy haciéndo un segundo año de coachee, la cual me convierte en un privilegiada y además que estoy super a la "moda" según el artículo de la revista del Sábado del diario "El Mercurio"

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  2. Genial la foto con los perros. Relaja realmente.

    Saludos al grupo.

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